miércoles, noviembre 01, 2006

A TODOS USTEDES, MI AGRADECIMIENTO

Carta pastoral de monseñor Joaquín Piña, obispo emérito de Puerto Iguazú, para el 30º domingo durante el año(29 de octubre de 2006)

Hermanos y amigos:

“Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos consuela en medio de nuestras luchas y tribulaciones...” (2 Cor. 1, 3 - 4) Hago mías estas palabras de San Pablo, especialmente en estos momentos en que estoy por dejarles en manos de otros Pastores. Espero que seguirán fieles, como lo han sido hasta ahora. Y no solo esto, sino que espero que sigan creciendo.

La verdad es que es un consuelo, cómo en estos 20 años, ha ido creciendo esta Diócesis de Iguazú. Son muchos los que dicen que es una Diócesis, o una Iglesia hermosa. Aunque tengamos nuestros errores, pero gracias a Dios, hay vida. Que es lo importante. Como una joven veinteañera...

Si siempre procuramos estar del lado de los pobres y desposeídos de este mundo, -porque es cierto que Dios es de todos, pero tiene su predilección por los débiles y los pobres-, en estos últimos tiempos nos ha tocado “jugarnos” de un modo especial por defender a nuestra gente, -mi queridas gente de Misiones-, de esta amenaza que se cernía sobre nosotros, por las pretensiones de un gobierno que, inconcebiblemente, pretende quedarse para siempre. Como si ellos fueran los únicos capaces de llevar adelante esta Provincia.

Creo que fui bastante claro cuando les dije que, todo gobierno que se perpetúa, se corrompe. Felizmente ya pasaron los tiempos de los Imperios, (tipo “Celeste Imperio”, como en China), de las Monarquías absolutas y de los Señores Feudales, o de las dictaduras, como las que, tristemente, tuvimos que soportar aquí en nuestra América latina. (En Argentina tuvimos una experiencia tan traumática, que no podremos olvidar fácilmente)

Pero, tal vez, sean todavía más peligrosas esas dictaduras que pretenden disfrazarse bajo el nombre de democracia: Es que el Pueblo nos votó, -dicen-. Acuérdense de lo que pasó en Paraguay, durante más de treinta años, cuando el pueblo, cada cinco, le volvía a elegir (¿?) A Stroessner, por el 90 y pico por ciento de los votos... ¡Cómo se fraguan, a veces, las elecciones!
Los que son expertos en el fraude, y no tienen ningún escrúpulo de conciencia.

Yo tengo cierta esperanza de que el pueblo misionero no es tonto. Al contrario, creo que son muy inteligentes, y ya se dieron cuenta de cómo son las cosas, y no se dejan engañar y confundir. Y mucho menos se dejan comprar por un plato de lentejas, o un bolsín, (con voto incluido)

Y no tengo nada más que decirles. Voten a conciencia.

Yo me voy tranquilo de haber hecho y dicho lo que tenía que hacer y decir. Seguramente que me merezco un poco de descanso... ¿No es así? A todos ustedes mi agradecimiento.
Sean buenos y generosos. Solidarios. Nuestro Gran jefe es Cristo. Síganle a Él. Lean y mediten el Evangelio, y traten de llevarlo a la práctica. Que no es cuestión de proclamarlo y no vivirlo. Como me decía una vez un funcionario: “El Evangelio está muy bien, pero la vida es otra cosa”. –No, señor. Está usted muy equivocado. El Evangelio de Jesús es para vivirlo. Con todas sus consecuencias. En la vida de todos los días.

Y quiéranle mucho a la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús. (Nosotros la llamamos Santa María del Yguazú) Que ella, desde el cielo, es la que ha de cuidar de cada uno de nosotros, como se lo encargó Jesús, antes de morir. (Jn. 19, 26-27)

Recen por mí, y yo seguiré rezando por ustedes con un abrazo y la Bendición de su Padre Obispo
Mons. Joaquín Piña Batllevell, obispo emérito de Puerto Iguazú

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