viernes, diciembre 22, 2006

Navidad de 1951

MENSAJE DE EVA PERÓN EN LA NAVIDAD DE 1951 DESDE SU LECHO DE ENFERMA AL PUEBLO

¨Todos los años, la Nochebuena nos reúne en el hogar inmenso de la Patria.Y como si fuese una cosa ritual e imprescindible siento la imperiosanecesidad de hablar con mi corazón para todos los corazones amigos de lagran fraternidad justicialista.Esta noche hacemos una tregua de amor en el camino de nuestras luchas y denuestros afanes; y sólo pensamos en las cosas buenas y bellas que nos haregalado la vida en el año que se acaba hundiéndose ya como un cometa en elhorizonte de la eternidad, dejándonos una estela de recuerdos en el alma.En todos lo hogares del mundo, hombres y mujeres, ancianos y niños detodos los pueblos, en este mismo instante maravilloso están rindiendohomenaje al amor y están encendiendo en sus corazones las lámparas votivasde sus mejores recuerdos. Por qué no hacer lo mismo nosotros en este inmensohogar que es nuestra tierra? Acaso no somos una gran familia?Preside la mesa invisible de nuestra Nochebuena la figura de Perón,nuestro líder, nuestro conductor y nuestro amigo. Aquí está, sobre todosnosotros, mirando más allá del horizonte, con la mano firme puesta sobre eltimón de nuestros destinos y con su corazón extraordinario, pegado a lossueños y a las esperanzas de su pueblo, Sobre todos nosotros, que somos yque nos sentimos hermanos porque nos une el vínculo de los mismos ideales yde los mismos amores. Por eso; porque somos y porque nos sentimos unainmensa familia y porque no podemos evadirnos del sortilegio maravilloso queen esta noche embarga el corazón de todas las familias del mundo, nosotrosnos reunimos también en esta medianoche del amor y del recuerdo, para rendirprecisamente nuestro homenaje al amor y para dejarnos llevar por losrecuerdos del año que ya empieza a morir.Por eso estas palabras mías se atreven a romper el bullicio o el silenciode la noche, se animan a llegar con su mensaje al corazón de todos loshogares que quieren recibirlas con cariño y se derraman así sobre la mesainvisible de la Patria Nueva, como un canto de amor y de esperanza.Lo primero que se me ocurre es agradecer a Dios, porque en medio de unmundo casi definitivamente olvidado del amor, nosotros creemos en su poder yen su fecundidad, y nos permitimos anunciar la buena nueva de suadvenimiento por el camino del Justicialismo.Por eso nos regocijamos y nos alegramos en la fiesta de esta noche.Hace diecinueve siglos y medio Dios eligió a los humildes pastores deBelén para anunciar el advenimiento de la paz a los hombres de buenavoluntad. Sobre aquél mensaje, los hombres de mala voluntad han acumuladodiecinueve siglos y medio de guerras, de crímenes, de explotación y demiseria, precisamente a costa del dolor y de la sangre de los puebloshumildes de la tierra. Y cuando todo parecía perdido, acaso definitivamente,nosotros, un pueblo humilde, a quien la soberbia de los poderosos llamódescamisado; nosotros, un pueblo que repite en su generosidad, en susencillez, en su bondad, la figura de los pastores evangélicos, hemos sidoelegidos entre todos los pueblos y entre todos los hombres, para recoger delas manos de Perón, bañado en el fuego de su corazón e iluminado por susideales de visionario, el antiguo mensaje de los ángeles.Salvando las distancias y remedando el cántico antiguo, podríamos decirque Dios ha hecho grandes cosas entre nosotros, deshaciendo la ambición delcorazón de los soberbios, derribando de su trono a los poderosos, ensalzandoa los humildes y colmando de bienes a los pobres.Por eso la Nochebuena nos embarga el corazón con la armonía de susencantos prodigiosos, porque la Nochebuena es nuestra, es la noche de lahumildad, la noche de la justicia. Y el Justicialismo que Perón nos haenseñado y nos ha regalado como una realidad maravillosa de sus manos, esprecisamente eso, algo así como el eco vibrante del anuncio que recibieronlos pastores o como el reflejo encendido de la estrella que señaló, en lanoche de los hombres, el divino amanecer de una redención extraordinaria.Esta noche también sentimos que empieza ya a morir el año que termina. Poreso nos gusta rememorar las alegrías y las penas que nos trajo sobre elhombro de sus días y de sus semanas, y hasta los dolores ya sobrepasados nosparecen esta noche menos amargos.Acaso, precisamente, porque ya son recuerdos.Este año que se va nos ha dejado la marca de su paso en el corazón y lomismo que en todos estos años que van pasando sobre nosotros, bajo la miraday la protección serena de Perón, la de 1951 es una marca de felicidad. Yo séque dentro de muchos años, cuando en esta misma noche los argentinos sedejen acariciar por el recuerdo y retornen sobre sus alas al pasado,llegarán a estos años de nuestra vida y dirán melancólicamente: entonceséramos más felices, Perón estaba con nosotros. Porque la verdad, laindudable verdad es que todos somos ahora más felices que antes de Perón. Notanto por los bienes materiales que poseemos, cuanto por la dignidad que nosdio con su esfuerzo infatigable. Si nuestra felicidad residiese solamente enlas riquezas materiales, no tendríamos derecho a ser dichosos. Pero nossentimos felices porque en el seno de la gran familia justicialista queformamos, todos somos hijos iguales de la misma Patria, con los mismosderechos y los mismos deberes. Nos mide atodos, con la misma medida, la vara de la misma justicia. Nos ampara labandera enhiesta de la dignidad y nos abraza la generosidad paternal delmismo amor que brota del corazón inigualable de Perón. Ahora sí podemosabrir nuestro corazón a la palabra ardiente del amor y comprendemos elverdadero sentido de la fraternidad.No queremos vanagloriarnos con orgullo de lo que somos ni de lo quetenemos, pero en esta noche, propicia para los aspectos del corazón,sentimos la necesidad de decirle a los hombres y mujeres del mundo elsencillo secreto de nuestra felicidad, que consiste en poner la buenavoluntad de todos para que reinen la justicia y el amor.Primero la justicia, que es algo así como el pedestal para el amor.No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haberamor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblosdesposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser nisentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse conningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad.El día del amor y de la paz llegará cuando la justicia barra de la faz dela tierra a la raza de los explotadores y de los privilegiados, y se cumplaninexorablemente las realidades del antiguo mensaje de Belén renovado en losideales del Justicialismo Peronista:Que haya una sola clase de hombres, los que trabajan;Que sean todos para uno y uno para todos;Que no exista ningún otro privilegio que el de los niños;Que nadie se sienta más de lo que es ni menos de los que puede ser;Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran;Que cada día los hombres sean menos pobres yQue todos seamos artífices del destino común.Para que todo esto se consolide como una realidad duradera entre nosotros,seguiremos luchando con Perón, al pie de sus banderas victoriosas, hasta elúltimo aliento que nos dé la vida.En este año que se acaba, hemos conseguido que Perón nos acompañe otra vezy nos conduzca, en una nueva etapa de la Patria; y nos disponemos a rodearlocon nuestro cariño y ayudarlo con nuestro esfuerzo, para que se cumplantodos los sueños de su corazón. Yo seguiré a su lado, brindándole también micariño, por todos los que lo quieren y cuidando sus espaldas para salvarlodel odio de sus enemigos. Seguiré a su lado con todos ustedes, mis amigosdescamisados, mis compañeros trabajadores; con todos los que se sientanperonistas de corazón. Seguiré a su lado como la simple y humilde mujer querenunció a todos los honores, porque le gustaba más que su pueblo la llamasecariñosamente: Evita.Con mis últimas palabras, llega el momento de los augurios y de losdeseos.Aquí, a mi lado, en la cabecera de la mesa familiar que nos reúne a todosbajo el cielo estrellado de la Patria, está nuestro conductor y nuestrolíder.El primer deseo de mi brindis es para él: que sea siempre feliz, que loacompañe siempre el cariño de todos ustedes, por muchos años, hasta el finde sus años, porque se lo merece como premio de sus afanes y sussacrificios.El otro augurio de mi brindis es para mi pueblo, para todos ustedes; y nopuedo expresarlo de otra manera que deseándoles sencillamente que sean muyfelices, cada vez más felices.Y por fin, yo me permito reunir simbólicamente la copa con que brinda cadauno de ustedes con mi propia copa, que contiene la misma sidra humilde, conla misma sencillez de nuestro corazón. Levanto al cielo con ella los deseos,los sueños y las esperanzas de todos, para que en esta noche prodigiosa elamor infinito los toque con la vara de sus milagros y los convierta enrealidad¨.

Evita

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