domingo, diciembre 17, 2006

Contra "el régimen", una fe de hierro

Rosario - Jueves 14º de Diciembre de 2006
por Manolo Robles de elciudadano. net, Diario El Ciudadano y la región.

"Lo único que te pido es que seas fiel", dice Alejandro Álvarez, el mítico fundador en los 60 de la igual de mítica organización peronista Guardia de Hierro, un rato después de admitir, casi a regañadientes, que el reciente lanzamiento de Argentina en Movimiento marca un retorno de su figura a la escena política argentina. La fidelidad que pide el Gallego apunta a la labor del cronista una vez terminada la entrevista de casi una hora que concedió a El Ciudadano. Pero fidelidad es también lo que parece pedir Álvarez a los militantes que se sumen a Argentina en Movimiento. No fidelidad a él, que prefiere presentarse como apenas uno más en la conducción del nuevo espacio. Sí fidelidad a un ideario de muchos años –y también a una acción– que signó a Guardia de Hierro, con su impronta de "ortodoxia" peronista y lealtad al líder, y hoy asoma en la nueva movida, presentada en el sindicato Luz y Fuerza de Rosario el viernes pasado.

Álvarez y los ex guardianes insisten en inscribirse en el movimiento nacional, cuyo nacimiento sitúan allá por la decisión del virrey Ceballos de armar a los indios guaraníes desconociendo una orden que había llegado desde Madrid, que era entregar las misiones orientales a los portugueses, y haciendo caso a los jesuitas.

Aquella actitud de armar y organizar a los guaraníes es la que se repite luego con la proclamación de la independencia, dice Álvarez, que analiza que así se fue configurando el movimiento nacional que tuvo sus expresiones más claras "con el gobierno federal, Yrigoyen y Perón".

"Éstos son los momentos en los que el movimiento nacional ha tenido una experiencia, y empieza por una cosa pequeña, o mínima, desconocida incluso para mucha gente, pero va tomando cuerpo y el principio siempre es el mismo: la organización popular, la justicia, el autogobierno" , indica. "Este proceso es lo que constituye la Argentina. Esto no ocurre en la Argentina: es la Argentina", acentúa después.

¿Y qué pasa hoy con el movimiento nacional? Pasa que reacciona, ante una situación caracterizada como crítica, con tres grandes actitudes: "El llenado de los santuarios, la abstención electoral y la autoorganizació n", enumera el Gallego.

Sobre la primera de estas actitudes explica que las grandes concentraciones populares para venerar a la Virgen María marcan "una búsqueda de la gente de las raíces" y son "las únicas movilizaciones sin frula (cocaína) y sin bolsones".

Bueno, las únicas, únicas, no. También apela al ejemplo del reciente traslado de los restos de Juan Domingo Perón. "Hubo dos movilizaciones ese día –señala–: una del aparato sindical, parte de la sociedad política, que no podía terminar en otra cosa que en la que terminó porque están la frula, los curdas, los provocadores, y nadie los puede parar; y del otro lado la otra movilización, la del pueblo argentino que fue, lo saludó a Perón y se volvió a su casa".En su casa se queda también la mayoría del pueblo argentino, sostiene Álvarez, cuando hay que ir a votar. Ahí está lo de la abstención electoral, la segunda gran actitud que avizora en la gente y que, denuncia, está apenas disimulada por el "gran fraude", porque "acá se vota con los mismos padrones del año 1972".

"La autoorganizació n", finalmente, remite a la irrupción de lo que se conoce como organizaciones sociales. "Esa consigna «que se vayan todos» no era una estupidez sino la expresión profunda del deseo de toda la gente: que se fueran. Por supuesto que nadie se va porque le digan «andate». Es el proceso. El problema es el desarrollo de las organizaciones sociales, por eso nosotros estamos creando en cada distrito las uniones de buena voluntad, que son núcleos de organización donde concurren organizaciones locales, del distrito, que están muy pegadas al terreno, son el terreno mismo", se explaya el hombre, que milita desde los 17, y que a lo largo de estas últimas cinco décadas supo erigirse como un dirigente con fuerte protagonismo y predicamento en la política nacional, sobre todo en los 70, pero siempre sin buscar levantar su perfil a través de la ocupación de cargos que supongan altos grados de exposición pública y escasas posibilidades de trabajar en lo que realmente propone."La gente decide en asamblea y decide cómo quiere", vuelve Álvarez, en tren de explayarse respecto de lo de la autoorganizació n. "Y todo esto tiene un rumbo, que apunta a la ocupación de la sociedad política por parte de la sociedad civil", continúa.

"La sociedad política constituida por el Estado, las administraciones locales, los partidos políticos y las instituciones generales de lo que podríamos llamar el establishment, esto es lo que se destruye, lo que no existe ya, porque es absolutamente incapaz de imponer como bloque un sistema cultural que le permita conducir la sociedad", se explaya.

Y el hombre sabe de eso de explayarse. Tal como cuentan los que lo conocen hace rato y compartieron con él prolongadas tenidas de discusión política en los boliches porteños, el Gallego conoce de hilvanar una charla de modo tal que el interés no decaiga. Sondea rápidamente al interlocutor. Y maneja después con destreza cómo provocarlo con aserciones picantes, y al toque recuperarlo como cómplice, ensalzando lo que adivina como puntos de coincidencia. Todo, salpicado con lunfardo carajeado, con enfatizaciones pícaras, con mirada franca.

A cuenta de lo casi provocador para muchos es lo que Álvarez discurre sobre el reclamo de los organismos de defensa de los derechos humanos y el juzgamiento a los represores de la dictadura militar. "Creo que todo eso es una cosa trabajada por los servicios de inteligencia externos. No digo que no sea real lo que los tipos denuncian, pero terminémosla, flaco. Porque si vos tenés una herida y yo todos los días vengo y te la vuelvo a hacer, vos no te curás nunca. ¿Qué quieren hacer con la Argentina? ¿Carnearla?", inquiere.

Y no es que asuma una defensa del proceso militar. Allí es donde sitúa el inicio de la etapa de supremacía "del régimen" que se extiende hasta estos días en los que, insiste, madura la "ocupación de las estructuras de la sociedad política por parte de la sociedad civil".

Porque Álvarez deja en claro que ni él ni sus compañeros de Argentina en Movimiento –Raúl Druetta y Julio Cattoni entre los rosarinos– abrigan alguna esperanza en el actual gobierno.El Gallego rescata el proceso latinoamericano, pondera lo de Evo Morales en Bolivia y lo de Hugo Chávez en Venezuela –"Chávez es peronista", dice–, pero de Néstor Kirchner, ni hablar: "Kirchner es un banquero ¿O vos no sabés que es dueño de seis bancos? Si no lo sabés, yo te lo digo", remarca.

Y como conversador de fuste que es, se va por las ramas a cada rato. Pero retoma lo troncal con párrafo firme: "La Argentina vive una Pascua, o sea un tránsito que va de lo político a lo social, que va desde los partidos, los dirigentes, la digitación y todo lo que ha significado esta democracia formal hacia una democracia real que es social, indudablemente. Un Estado nuevo es el Estado de las comunidades, el Estado de democracia social orgánica y directa como decía Perón. Es la comunidad organizada".

Dice más el Gallego. Explica que Argentina en Movimiento no va a tener una expresión electoral pero que entre sus dirigentes y cuadros habrá quienes operen en la estructura política de acuerdo con coyunturas y posibilidades.

Dice también que la vuelta a escena con el reciente lanzamiento en Rosario no debe leerse como la vuelta de Guardia de Hierro, que "no es como antes. Nosotros estamos en contra de la organización. Estamos a favor de lo orgánico, no de lo organizativo. Lo organizativo genera un grupo que asume el poder del conjunto. Es una idea leninista. Es la idea de los partidos políticos, todos. Lo orgánico es natural de la sociedad".Sigue y sigue el Gallego, que sabe que todo lo que dice no cabe en una nota de un diario. Y es entonces que pide fidelidad.

Fidelidad viene de fe. Y lo que seguro les sobra a él y sus compañeros es fe. Una fe que se encarna en pensamiento y acción política y que, si no mueve montañas, al menos irrumpe otra vez y dibuja una arista en el a veces tan chato debate sobre el pasado, el presente y el futuro del país.

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