jueves, septiembre 14, 2006

¿Por quién doblan las campanas?


Todos los martes las campanas de Giussano, pueblo del norte de Italia, doblan a muerto por un minuto, a las 12.30, hora en que en el hospital comienza la matanza de niños no nacidos, en operaciones de aborto fijadas para la semana.
El párroco fue denunciado por "ruidos molestos", y condenado con multa y prohibición de tocar las campanas.


"Dejaré de doblar las campanas sólo si me lo ordena el cardenal", dijo el párroco.

Un acto de desobediencia civil que halló eco en los campanarios de otras localidades italianas.

El arzobispo de Milán no sólo no le ordenó callar, sino que se opuso a la decisión del juez, quien finalmente lo absolvió.

Fuente AICA (aica.org)

Milán (Italia), 13 de Set. 06

Con motivo de la extensión de las leyes que van despenalizando el aborto en diversos países del mundo, es oportuno traer al recuerdo la actitud de un párroco italiano. Se trata de que todos los martes las campanas de la parroquia de los santos Felipe y Santiago, en Giussano, localidad de la arquidiócesis de Milán, doblan a muerto durante un minuto, a las 12.30, exactamente la hora en que en el quirófano del hospital cercano comienza la matanza de niños no nacidos, en las operaciones de aborto provocado, fijadas para la semana.

La iniciativa del párroco, Don Agostino Cerri, levantó una fuerte polémica en Italia, especialmente porque el párroco fue denunciado y sometido a proceso judicial por producir ruidos molestos, algo inadmisible -para los denunciantes abortistas-, en una sociedad civilizada.

Al celo justiciero del magistrado de primera instancia, Niccolo Francioso, que impuso al ruidoso sacerdote una multa y la obligación de no tocar más en esas circunstancias, para no provocar molestias, respondió Don Agostino: "dejaré de doblar las campanas sólo si me lo ordena el cardenal", un acto de desobediencia civil que encontró eco en los campanarios de otras localidades italianas.

El arzobispo de Milán, que era el cardenal Carlo Maria Martini, no sólo no le ordenó callar, sino que se opuso por vía legal a la decisión del juez Francioso.

La "guerra de las campanas" saltó incluso a las primeras páginas de los diarios de Italia, a los que no dejaron de llegar protestas de todo tipo y comentarios que recuerdan el tema liberal de Cavour: "libre Iglesia en libre Estado".

Entre las personalidades que firmaron artículos de protesta figuraba el director de cine Franco Zeffirelli, quien se quejó del absurdo que supone impedir a una comunidad cristiana hacer oír su voz angustiada para despedir a los inocentes suprimidos injustamente "por el egoísmo y la imprevisión de los adultos".

Zeffirelli arremetió contra la hipocresía del pretexto aducido en la querella, considerando el estruendo de las motos y las discotecas. En cambio -dije-, el sonido de las campanas es un sonido antiguo y gentil, que nos recuerda el mundo del bien, del cual nos hemos alejado infelizmente.

Quizás el problema esté en que, más que a los oídos, esas campanas pueden ser molestas a las conciencias, como declaró el párroco de Giussano: "si el sonido de las campanas está teniendo tanto realce, y la gente lo relaciona con los abortos practicados en el hospital vecino, no es problema mío sino de quien lo escucha: es una cuestión personal, de su propia intimidad y de sus propias convicciones; un asunto de conciencia que cada uno debe solucionar dentro de sí".

Finalmente, tras escuchar las conclusiones de los abogados defensores -o los argumentos en el curso de la polémica-, el juez Niccolo Franciosi absolvió a Don Agostino Cerri, "porque el hecho denunciado no existe", las campanas de la iglesia de los Santos Felipe y Santiago ni siquiera se oyen en el hospital, distante un kilómetro aunque su revuelo haya recorrido toda Italia.

El párroco de Giussano -Don Agostino-, de 62 años y 40 de sacerdote- podrá seguir tocando a muerto por sus hermanos más pequeños los niños abortados, mientras el arzobispo de Milán no se lo impida. Y al cardenal no parecen disgustarle las campanas.+

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