miércoles, agosto 30, 2006

Caso Penoso

Copia fiel del artíclo publicado en el diario ¨El día¨ del 23/08/2006. Le agradecemos a Nicolas Iaconis por el dato!!!

Balance de un caso penoso
Por Mons. HECTOR AGUER (*)

Con deliberación empleo en el título el adjetivo penoso. Se trata de un suceso que, por su misma índole, provoca un sentimiento interior de dolor, una profunda aflicción y gran cuidado por lo que vendrá. Me refiero al asesinato impune, falsamente legal, de un niño condenado a muerte por el máximo tribunal de Justicia de la provincia de Buenos Aires.

Es preciso llamar a las cosas por su nombre: el aborto directamente provocado es un homicidio, la muerte deliberadamente causada de una persona humana inocente. Siempre es el aborto un homicidio, cualquiera sea el estado de desarrollo del niño por nacer, ya que desde el momento de la fecundación, en el minúsculo huevo de un milímetro y medio se contiene toda la información genética que constituye la identidad del ser humano -varón o mujer- destinado a ver la luz del sol nueve meses después. Actualmente es posible seguir con precisión la configuración y el crecimiento del bebé en el seno de su madre y advertir que a los cinco o seis meses -la edad aproximada del niño de Guernica- sólo le falta crecer un poco más, y que lo dejen nacer. ¿Qué diferencia hay, a esa altura, entre un aborto y un infanticidio?

Causa escalofríos constatar que en este caso el niño no fue tenido en cuenta; no se habló de él durante el debate que se desencadenó acerca de su suerte. Se hablaba, lógicamente, de la madre; la situación de una joven deficiente y violada es digna, por cierto, de inmensa piedad, de cercanía afectuosa y ayuda eficaz. Pero no fue justo olvidar al otro interesado, que estaba allí no como un objeto, sino como una criatura inocente, sujeto de derecho, al que no debía negársele el más fundamental de los derechos humanos: el derecho a la vida.

He pensado mucho en ese niño. A través de una ecografía tridimensional hubiera sido posible ver su rostro y registrar sus actitudes. Correspondía que lo vieran, que lo "escucharan" los jueces de la Corte. ¿Cómo lo habrán matado? Quizá la operación requirió que le aplastaran el cráneo, o que le extrajeran la masa encefálica; probablemente lo dejaron morir sobre una mesa, como un objeto descartable, como si sólo fuera un amasijo de células o un residuo patológico. No tendrá nombre ni tumba; será como alguien que no ha existido. ¿No podría haber completado su desarrollo en una incubadora? ¿No se habrá encontrado cerca alguien que le abriera con seguridad las puertas del cielo mediante el agua del bautismo?

También deben incluirse en el balance de este caso las interferencias políticas, que han presionado para que el aborto se realizara; intervinieron funcionarios del Poder Ejecutivo nacional y provincial, y legisladores de ambos niveles. El ministro de Salud de la Nación se manifestó "indignado" por el fallo de primera instancia y su ratificación por la Cámara, dos resoluciones ajustadas a derecho que protegieron al niño. Este funcionario reiteró sus conocidas falacias en favor de la legalización de la masacre de los inocentes; en realidad, mucha gente en la Argentina está indignada con él. Le hicieron eco los ministros bonaerenses de Salud y de Justicia, y dos legisladoras oficialistas solicitaron el juicio político de la doctora Inés Siro, quien en una actitud que la enaltece trató de impedir el crimen abominable que finalmente se cometió.

¿Quién puede asegurarnos que el voto mayoritario de la Corte provincial no se obtuvo como consecuencia de presiones políticas? ¿Por qué la funcionaria que debía defender en esa instancia los derechos del niño no lo hizo? Como en otras áreas de la vida nacional, también en este caso se ha visto que precaria vigencia tiene en la República el principio de la división de poderes, pieza clave del Estado de Derecho.

Otro elemento ha saltado a la vista: la parcialidad con que la mayoría de los periodistas -sobre todo los de radio y televisión- han encarado el tema. No pudo desarrollarse un debate objetivo y sereno, sino que se ha tratado con inquina a los defensores del niño por nacer y se montó una maquinaria de propaganda abortista para confundir a la población.

Habría que sumar también el activismo de organizaciones empeñadas en lograr la despenalización del aborto; son grupos que responden a centros internacionales vinculados a las Naciones Unidas y apoyados por fundaciones de gran poderío económico. Es sabido, además, que los centros financieros como el Banco Mundial subordinan la concesión de créditos a la adopción de políticas antinatalistas que incluyen la legalización del aborto. Estas conexiones explican que los representantes del pensamiento "progresista" adopten las pautas culturales del capitalismo salvaje.

El caso del niño de Guernica tuvo una réplica contemporánea en la provincia de Mendoza, donde se repitió el cuadro que he reseñado, con el mismo tristísimo final. También allí la misma complicidad de jueces, abogados, políticos, médicos y periodistas, personeros de la cultura de la muerte, trazando un signo ominoso para el futuro de nuestra sociedad. Un derrumbe del sentido de la vida ante el cual el pueblo argentino debe reaccionar, valido de su noble sensatez y de la memoria de sus orígenes cristianos.

(*) Arzobispo de La Plata

Notas aclaratorias:
Guernica: Localidad suburbana del Gran Buenos Aires. República Argentina.
La Plata: capital de la Provincia de Buenos Aires. República Argentina.

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